Escobar, Serafín, "Capitán Pinturas, exploración y batalla en Cerrito Jara". : Com Indig Puerto Diana (Alto Paraguay, Paraguay)

 Interview: id 40366
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Ishir
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ishirSE2009f
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Capitán Pinturas, exploración y batalla en Cerrito Jara
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Empezó la guerra. Primero vino un mensajero, no recuerdo su nombre, un extranjero, un capitán [¿Belaieff?]. Chuebich [Capitán Pinturas] se fue con el extranjero. Se fueron no sé bien dónde. El Capitán Pinturas, el Teniente Nauje, el Teniente Espinoza, el teniente Manuel Silva y el Sargento Villaverde. Los cinco se fueron con el extranjero. No sé bien dónde, hacia Bolivia, Filadelfia, todas esas partes, porque ellos eran expertos, conocían toda esa zona. Entonces José Julián Sánchez [comandante en Bahía Negra] le dijo a Chuebich que los ayudará a rastrear esa zona. José Julián Sánchez mandó llamar a Chuebich. Ya lo conocía. El andaba con su papá o padrastro, el señor Marquina. Andaban mariscando o buscando para comer. El general Sánchez ya sabía que el fulano era baqueano. Cuando llegó el extranjero pidiendo un guía que conociera bien, entonces le dijeron a Chuebich y Chuebich buscó sus socios, para que lo acompañaran. Villaverde estaba. Cuando empezó la guerra, ellos mismos se encargaron de llevar las tropas. Ahí empezó la guerra. Vino Sánchez para hacer rumbo y abrir los caminos y después siguieron las tropas, los caballos, las mulas, las vacas.
Había un camino recto y largo que iba hasta lejos. Tenían que ir a ver esa zona y volver. Saber qué partes estaban sucias, si había chuzas, si había agua en alguna parte para tomar. De esas chuzas [caraguatá] la gente saca agua. Él iba para controlar. Para enseñar qué palo se necesita para comer, en qué parte se puede tomar agua, él ya sabía todo eso. Entonces buscó las chuzas para tomar. También hay otra planta que está bajo tierra, que se chupa para calmar la sed. Él sabía eso, por eso no murió ni uno sólo. Así el viejo Chuebich con su socio les enseñaron qué cosas se pueden comer y cuáles no se deben comer, cuáles dan agua, dónde hay que cortar. Hay que hacer un hoyito y tomar con un palito hueco, un palito que tenga un ojito. En el fondo parece un cántaro que puede calmar la sed. Se llama ajpora, es es su nombre, el nombre de esa planta. Ellos sabían todo eso, qué comer, dónde tomar. El ichato que está bajo tierra, es grande y se puede beber. El ichato da agua dulce, como de caña. Es agua para chupar. Ahora está sucio, pero cerca de Bahía Negra, al norte, hacia La Patria, en una de las dos rutas que van hacia allá, en la parte recta y medio baja que hay, bajo unos árboles que tapan todo eso, en parte se ven abajo esos ichato. Él no tenía uniforme cuando se fue a la guerra. Al principio se fue así nomás, cuando comenzó la guerra se fueron con el extranjero. Al volver fueron donde José Julián Sánchez y le contaron. Tomaban nota. Pinturas hablaba en oral memorizado. Y los otros anotaban. Cada cosa que hicieron con el extranjero, cuántos kilómetros, cuántos día, dónde, de ida y de vuelta. La guerra empezó en 1932 y Capitán Pinturas tenía 25 años. Era un joven y letrado.
Entonces empezaron los combates. Primero fueron a Fortín Galpón, donde está el hito ahí en Cerrito Jara. De vuelta pasaron por aquí [Puerto Diana] y llevaron paraguayos para mostrarles los caminos. Iban de punteros y guías con sus compañeros. Boquerón [Departamento] está en esta dirección, por ahí se fueron, por esa ruta que va a Bolivia. Primero fueron con las mulas para llevar los víveres. Iba un carguero paraguayo detrás de los paisanos indígenas, ellos eran los que mandaban. Los paraguayos iban detrás para llevar el agua, las balas, los víveres. Él entendía guaraní, pero no hablaba, aunque sí hablaba español, muy poco, pero entendía. Lo respetaban, cuando él decía una cosa, la gente obedecía. Él tenía su abogado [espíritu animal aliado], que lo ayudaba antes de llegar donde su enemigo. Los pájaros opinaban, el taguató que canta lejos. Canta y el chamán ya sabe que en tal parte ya está su enemigo. Así se escondían o se iban por otro lado, el Capitán [Pinturas] ya sabía porque los pájaros le avisaban. Él tenía su aparato, él lo toca y lo pone en su oído y los pájaros hablaban con él. Entonces si quería ir por aquí, los pájaros le decían ¡cuidado que ahí está tu enemigo! y él se iba por el otro lado. Nauje, Villaverde, eran todos chamanes. Y otros dos que eran baqueanos. Los socios de Chuebich eran letrados. Chuebich eligió bien, no eligió personas cualquiera, eligió como socios a personas letradas, con espíritu fuerte, que no tienen miedo a nadie. En cualquier parte en la noche si hay un apuro se van enseguida, sin pensarlo. Si algún bicho los pica, ellos mismos se curaban. Chupan y sacan el veneno y en tres días ya estaban bien. Siempre estuvieron juntos, los tres años de la guerra. Cuando terminaron de hacer todo eso, quedaron a cargo. Llegaron más paraguayos, ya no trabajaban solos, ahora manejaban más gente. Iban en el buque de la marina controlando y mirando.
Una vez, Pinturas recibió una bala del enemigo. En la nalga, acá entró la bala y se quedó ahí. Ahí quedó la bala. Lo subieron a un avión hacia Brasil, donde lo operaron y le sacaron la bala. Ahí descansó, le hicieron un informe y retiró víveres. Le dieron un equipo con su nombre. Mientras tanto seguía la guerra. La guerra fue larga. Ahí él recibió su uniforme como soldado. Como capitán de guerra. Lo mismo sus socios. Ya todos eran militares, cada uno con su equipo [uniforme]. Nauje ya tiene su equipo y Capitán [Pinturas] ya tuvo su gorra.
No murieron durante la guerra porque tenían sus abogados, los pájaros. A veces sueñan en la noche en qué parte hay bolivianos y en qué parte no. Una vez un jefe hizo un llamado. A cuatro kilómetros estaba el enemigo y mandó dos personas para averiguar. Ellos ya sabían dónde, en cuatro kilómetros más estaban. Entonces se fueron en dos grupos por la huella hasta los enemigos e hicieron como un rodeo. Los bolivianos estaban ahí y al amanecer les dispararon a todos. Los mataron a todos gracias a los indígenas y a los chamanes.
 
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