Escobar, Serafín, "Tiogod, conflicto con los paraguayos antes de la guerra". 2009 : Com Indig Puerto Diana (Alto Paraguay, Paraguay)

 Interview: id 40359
Interviewee(s)
Language spoken
Ishir
Date of interview
2009
Unique public identifier
ishirSE2009a
Orígen del documento
Subject description
Tiogod, conflicto con los paraguayos antes de la guerra
Transcription
No he contado la historia de Tiogod. Tiogod es un guerrero. También peleaba contra sus hermanos indígenas. Con los propios indígenas también peleaba mucho. Hay varias historias de Tiogod, no sé si ya escuchaste alguna historia de Tiogod. Bueno, Tiogod tiene una historia… Tiogod antes peleó con los paraguayos. Acá en este mismo lugar.
Dicen que hubo un mal trabajo. El patrón no quería pagarle. La gente en Bahía Negra quería que se trabajara así nomás, sin pagar. Así que hubo un problema. Entonces los paraguayos quisieron echar a los indígenas. Los ishiro contestaron que no iban a salir de ahí: ¿Ustedes recién llegaron y nos quieren echar? ¡Son ustedes los que tienen que irse! Es nuestro territorio, nuestro lugar, nuestro nacimiento, ¡nosotros no nos vamos a ir!
Tiogod no hablaba guaraní o castellano. Entonces así les fue diciendo, para que entendieran. Se empezó a complicar con los paraguayos. Ellos tenían unas escopetas así, con el caño grande. La cargaban con un alambre para sus balas y las meten en su hoyo de acero, meten ahí, todo adentro, con un tiro caen seis personas, con un tiro. Bueno, Tiogod empezó todo eso, esa pelea.
Los paraguayos se reunieron y se prepararon para pelear. Hicieron una reunión. Decidieron llevarse la gente, las mujeres, los niños y los ancianos a un lugar más retirado. Los llevaron para allá. Así es la historia de Tiogod. Él fue donde los paraguayos y luego volvió. Dijo: "Bueno, ¡hay que estar firmes!" Tiogod quería comenzar la guerra. Dijo: "¡Yo estoy para eso! Miren, ¡Ya se llevaron sus mujeres, se las llevaron todas!" Tiogod estaba enojado, le decía a su grupo que había que pelear. Ellos estaban de acuerdo.
Entonces, Tiogod peleó con los paraguayos, murieron muchos paraguayos, ellos con flechas y los otros con escopetas. Los de Tiogod se iban yendo y los paraguayos los venían siguiendo. Se iban, se iban hacia dentro [del Chaco]. Los ishiro tenían un sólo prisionero paraguayo. Lo agarraron y un viejo feo le dio unos cuatro papeles para escribir. En cada lugar, por la tardecita, cuando paraban por ahí, él dejaba su mensaje. Escribía: “Estoy bien, estoy vivo, estoy tranquilo. Ellos me tratan bien, me tratan como un indio, como si fuera su hijo”. Él escribía eso en un papel y lo pegaba en los árboles. Lo pegaba ahí antes de irse, al amanecer.
Los paraguayos encontraron el papel y supieron que estaba vivo. “¡Está vivo todavía nuestro compañero paraguayo!”, dijeron y les contaron a los otros. Decía que estaba bien, que lo trataban bien. Balbuena se llamaba el paraguayo. Balbuena, es mi abuelo. Los indígenas no mataron a Balbuena. Él estaba con los indígenas como prisionero, para mandar información, para avisar los movimientos del grupo. Él iba escribiendo y dejaba por ahí sus señales en papel y los enemigos las iban siguiendo. Él sabía todas las novedades, si avanzaban, si descansaban o peleaban.
Los indígenas no se movían. Les tiraban balas, pero defendían tras unos palos blancos grandes y gruesos. Se escondían detrás de esos palos. Tiogod es el que más mataba. No eran militares, sino de aquí del puerto [Bahía Negra] nomás. No eran militares. Eran pobladores y un cacique guerrillero brasileño. Pero Tiogod era un guerrillero experto que sabía cómo atacar a su enemigo y cómo defenderse. Fue el único que mató a muchos paraguayos.
Fueron hacia el fondo, ahí hay un pasto alto. De todas distintas clases de pasto bien seco, pues no había lluvia ni sereno. Ahí en ese campo grande reunió a su gente. En medio de esa suciedad [pasto]. ¿A lo mejor tendría un kilómetro? Quizás eran cinco kilómetros de pastos altos. Un pirizal de pastos que se juntan y por ahí en medio debían pasar. Salieron desde allá donde hay monte alto y después sólo un poquito nomás. Entonces ahí hicieron su reunión para planear cómo luchar con el enemigo. Para acabar y terminar con los paraguayos, que debían pasar por ahí mismo. Así que ahí hicieron su reunión y empezaron a distribuirse, un hombre por aquí y otro por allá. Otro más en la entrada, que manda a los de este lado y otro por aquí.
En la entrada del campo venían pasando los paraguayos. Pasaban, pasaban… hasta que pasó el último. “¡Ya está listo!”, avisó, y entonces cada uno en cada entrada del campo encendió fuego. Empezó a levantarse humo, la gente estaba rodeada, humo y dos metros de fuego. Nadie escapó de las llamas. Se quemaron todos los paraguayos. Se quemaron sus fusiles, todas sus armas, no se salvó ni uno. Al que se escapó le metieron una flecha, uno que estaba más lejos. Esto fue antes de la guerra [del Chaco].
Hay unos paraguayos que volvieron y les avisaron a las autoridades militares que sus compañeros habían sido asesinados. Dijeron que los habían matado a todos y que mejor suspendieran esa guerra con los indígenas que si no acabarían con todos. Ahí terminó la guerra entre indios y paraguayos. En la zona de Moiené ocurrió esa guerra. No hay muchos árboles ahí, son sólo pastos y pirizales. Ese pasto alto totoral o pirizal nosotros decimos Tiermyt [ishir]. El más alto, que tiene la semilla como arroz. Ahí terminó la guerra.
Se quedaron ahí unos días más. Tiogod ya quiere tomar algo de caña. Tiogod quería tomar algo de tereré o de mate, pero sus compañeros no tenían ni caña ni yerba. Quería fumar su pipa, pero no tenían tabaco. Comían animales silvestres, pero se los tenían que comer sin sal, porque no tenían sal. Así que Tiogod y sus compañeros convocaron a una reunión, para pedir la opinión de la gente. “¿Que piensan ustedes? Yo quiero ir a Pacheco [Bahía Negra] y si me matan que me maten y si no volveré”, dijo Tiogod. Entonces la gente quedó sorprendida y mirándose entre sí. Uno le contestó: “Señor Tiogod, usted es el que más sabe. Tome tres o cuatro compañeros y vaya nomás”.
Un sargento lo vio. Ellos venían llegando a Bahía [Bahía Negra]. Tiogod saludó a los militares y ellos se levantaron a saludar. Los militares le tenían respeto, porque sabían que era un asesino. Entonces Tiogod habló:
—¿Qué piensan ustedes señores militares? Yo soy un indígena guerrillero y no sé qué piensan de mí. ¿Me van a matar o no? ¿O vamos a estar juntos como hermanos? ¿Hacemos la paz y ya terminamos? ¿Qué piensan ustedes?
—Nosotros también ya terminamos con esos problemas, dijeron los paraguayos, quedemos como amigos y hermanos.
Ahí terminó la pelea de Tiogod con los paraguayos. Hicieron un asado grande e invitaron un poco de bebidas. Cuando Tiogod estaba medio tomado, un capitán comandante le dijo: “Señor Tiogod, nosotros queremos ver de lo que usted es capaz. ¿Por qué no hacemos una prueba y mata a ese paraguayo? ¡Demuestranos un poco!” Tiogod se levantó y agarró una escopeta, saltó por ahí y cuando salió el amigo le metió una balazo. Los que venían detrás le dispararon, pensaron que estaba por ahí, pero él ya estaba de este otro lado listo para atacar otra vez. Le dispararon de nuevo y de nuevo pasó de este otro lado sin que lo tocaran. Entonces ya terminó, acabó la demostración.
Esa es la historia de Tiogod. Ahí le dieron el uniforme de guerrero y le entregaron una espada y una gorra. Ahora tenía espada y silbato. Ya tiene espada, tiene silbato. Cuando ellos recibieron su equipos, entonces a los tres días ya se fueron. Los militares les dieron yerba, tabaco, sal y caña que es lo que más necesitaban.
Cada uno iba con sus bolsos bien llenitos. Iban de vuelta hasta su campamento. Cuando faltaban como quinientos o seiscientos metros, entonces empezaron a disparar. Con escopeta, para que sepan que estaban volviendo Tiogod y sus compañeros vivos. No murieron y la gente los aplaudía. La gente gritaba, festejaba, cantaba y saltaba de tanta alegría. Tiogod y sus compañeros habían regresado con vida y se había acabado el conflicto. Venían con mucha alegría también.
La gente de Bahía Negra avisó que los yshiro podían ir a Bahía a buscar changa. Así que volvieron a Puerto Diana, donde el cacique Seji. El tocaba la corneta, el tocaba tres músicas. Y Tiogod tocaba su silbato y el otro le contestaba. Entonces llegaron ahí y se abrazaron, tomaron tereré, otros tomaban caña o mate. Algunos fuman pipa, todos con alegría. Después de un tiempo fueron a Bahía e hicieron otro asado. Ahí dicen que terminó la guerra de Tiogod. Los paraguayos aprendieron que los chamacoco son capaces de hacer cualquier cosa, porque tienen espíritu guerrillero.
Los viejos no andaban por el monte, como otros indígenas que andaban por el bosque y sin ropas, que entraban en el monte y se iban. Nuestros abuelos no eran así. Vivían aquí, nuestros viejos vivían aquí y no le tenían miedo a nadie. Barcos, aviones, gentes o extranjeros, no tenían miedo. Si llegaba gente ellos hablaban poquitas palabras de español, pero… quizás dios los ayudaba para que la gente los entendiera.
Antes eso era Pacheco [Puerto Pacheco] y era boliviano. Hasta que se fueron, eran pocos. Cuando volvieron, ya estaban los paraguayos. Los paraguayos querían manejar a los indígenas, pero éstos no querían que otros los dominen. Querían manejarse ellos mismos en sus territorios, no que otros los dominen. Ese Cacique Seji era un poblador de aquí, un yshyr chamacoco. Nacido y crecido en el Alto Paraguay. Para la guerra del Chaco ya estaba viejito, ya no andaba. Pero antes, para la pelea con los paraguayos sí estaba. Él peleó contra los paraguayos, con otro que era sargento también y con Tiogod, que era el más jóven. Por eso Seji no alcanzó a la guerra del Chaco.
 
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