Mendoza, Pedro, "Asalto al rancho de patron". 2008 : Misión San José de Estero (1924)

 Interview: id 36891
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Language spoken
Nivaclé
Date of interview
2008
Unique public identifier
nivaclePM2008a
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Subject description
Asalto al rancho de patron
Cita o anotación
Asesinato de un antiguo cacique nivacle. Mendoza, Pedro (1) : "Yo cuento esta historia, la historia de un lhcaanvacle [jefe, cacique], un anciano al que mataron en Tafufcat. El que le mató se fue lejos de ahí, porque ese jefe tenía mucha gente y antes, los nivacle se vengaban. Porque se querían. Entonces el Tofaai se fue a buscarlo, iba con Antona’ay, que yo conocí cuando niño, y Vôcôqitajh, que le decían "Rivas"… y el Tofaai. También iba ese abuelo Ojcan’ay, todos era lhcaanvacle, como el Ojcan’ay. Ese samtó vivía desde hace tiempo en ese lugar. Había mandado llamar al lhcaanvaclé y le ofreció tabaco, le ofreció víveres, provista… pero era una trampa. Ahí lo mató. Ahí murió el lhcaanvacle. De ahí arrancó ese boliviano. Pero arrancó en dirección de la aldea de Tofaai, allá en Jocat, y por ahí se quedó, como dos años, hasta que el Tofaai lo vino a buscar."Acercamiento a la casa de Patron. Mendoza, Pedro (2) : "Se iban en canoas porque la casa estaba en medio del Bañado. A esta altura estaba el sol cuando llegaron. Entonces dijo: "Amigo, estoy llegando ¿Dónde puedo dormir esta noche?" El samtó le señaló un lugar, era cerca de la casa y se puso contento y pensó: "ahora sí, aquí lo tengo a este Tofaai, por fin lo voy a matar. ¡Lo voy a matar!". En la noche, el alma de ese nivacle muerto vino a atacar al Tofaai, pero alcanzó a despertarse y le habló al alma: ¡párate ahí! ¡Mejor anda a atropellar a ese samtó que es el que te mató! le dijo. Por la mañanita había un animal huacho que mordía el mosquitero de Vôcôqitajh y éste se enojó. Le avisaron: ¡Cuidado! ¡Ese huacho se está comiendo tu mosquitero! Rivas se levantó furioso y garroteo el animal y el samtó gritó, ¿Por qué estas garroteando mi animal? y el Rivas contestó: ¡porque se está comiendo mi mosquitero!"Combate y asesinato de los criollos. Mendoza, Pedro (3) : "Desde la mañana vigilaban a ese samtó que estaba armado. Hasta que como a esta hora, al fin alzó su cinto con el revólver. Por fin, dijo uno, por fin se quitó las armas y un rato después se empezaron a acercar. Llevaban ponchos y debajo los garrotes. Cada uno se sentó con su boliviano, había un samtó que presentía que algo iba a pasar y se puso a ordenar. No se daban cuenta esos samtó, pero ya cada nivacle estaba con uno. Cuando se olvidaron de todo los samtó, entonces dijo un nivacle ¡Ahora! y cada uno le pegó con su garrote de palo mataco. Pero a Ojcan’ay no le salió bien el golpe y tuvo que pelear con el samtó. Los otros se repartían las cosas de esos samtó. Así pelearon. El Tofaai mató a su samtó, pero uno de los samtó salió corriendo. Ojcan dijo : ¡ayúdenme con este samtó! y de aquél lado vino el Nincajh’ai y dijo ¿qué pasa? ¿qué pasó con ese samtó? el nivacle ya estaba encima del samtó y le otros le decían ¿por qué no lo matas de una vez? ¡LLos bolivianos intentan capturar a Tofaai. Mendoza, Pedro (4) : "Ahí había un loro que era de los samtó, los tucús que vinieron de Gral. Díaz llegaron y le preguntaron al loro, cuando llegaron le preguntaron al loro ¿Quién mató a tu padre? y el loro respondió: Tofaai. Tambien Rivas, Oscar, Antonaa... decía el loro. Se enojaron mucho con el Tofaai, pero no tenían cómo matarlo y pensaron: "vamos a invitarlo al cuartel". Más o menos tres meses más tarde le llevaron víveres. Había un nivacle que estaba con ellos y lo mandaron con tabaco y otras cosas para el Tofaai, par invitarlo al cuartel. Tofaai respondió que no iba a ir porque era una trampa y dijo también: "la palabra mala no mata". Días después le mandaron nuevamente víveres y cosas en una carreta. Los mató a todos. Le mandaron todas las provisiones que tenían. Eran dos los bolivianos. Llegaron a la aldea y llamaron. Llamaban al Tofaai, decían: ¡Aquí están los samtó que traen muchos víveres! El Tofaai tomó su garrote y lo colgó en su cintura. - ¡Aquí ha
Transcription
Yo cuento esta historia, la historia de un lhcaanvacle [jefe, cacique], un anciano al que mataron en Tafufcat. El que le mató se fue lejos de ahí, porque ese jefe tenía mucha gente y antes, los nivaclé se vengaban. Porque se querían. Entonces el Tofaai se fue a buscarlo, iba con Antona’ay, que yo conocí cuando niño, y Vôcôqitajh, que le decían “Rivas”… y el Tofaai. También iba ese abuelo Ojcan’ay, todos era lhcaanvacle, como el Ojcan’ay. Ese samtó vivía desde hace tiempo en ese lugar. Había mandado llamar al lhcaanvaclé y le ofreció tabaco, le ofreció víveres, provista… pero era una trampa. Ahí lo mató. Ahí murió el lhcaanvacle. De ahí arrancó ese boliviano. Pero arrancó en dirección de la aldea de Tofaai, allá en Jocat, y por ahí se quedó, como dos años, hasta que el Tofaai lo vino a buscar.
Se iban en canoas porque la casa estaba en medio del bañado. A esta altura estaba el sol cuando llegaron. Entonces dijo: “Amigo, estoy llegando ¿Dónde puedo dormir esta noche?” El samtó le señaló un lugar, era cerca de la casa y se puso contento y pensó: “Ahora sí, aquí lo tengo a este Tofaai, por fin lo voy a matar. ¡Lo voy a matar!” En la noche, el alma de ese nivaclé muerto vino a atacar al Tofaai, pero alcanzó a despertarse y le habló al alma: “¡Párate ahí! ¡Mejor anda a atropellar a ese samtó que es el que te mató!” le dijo. Por la mañanita había un animal huacho que mordía el mosquitero de Vôcôqitajh y éste se enojó. Le avisaron: “¡Cuidado! ¡Ese huacho se está comiendo tu mosquitero!” Rivas se levantó furioso y garroteo el animal y el samtó gritó: “¿Por qué estas garroteando mi animal?”, y el Rivas contestó: “¡Porque se está comiendo mi mosquitero!”
Desde la mañana vigilaban a ese samtó que estaba armado. Hasta que como a esta hora, al fin alzó su cinto con el revólver. Por fin, dijo uno, por fin se quitó las armas y un rato después se empezaron a acercar. Llevaban ponchos y debajo los garrotes. Cada uno se sentó con su boliviano, había un samtó que presentía que algo iba a pasar y se puso a ordenar. No se daban cuenta esos samtó, pero ya cada nivaclé estaba con uno. Cuando se olvidaron de todo los samtó, entonces dijo un nivaclé ¡Ahora! y cada uno le pegó con su garrote de palo mataco. Pero a Ojcan’ay no le salió bien el golpe y tuvo que pelear con el samtó. Los otros se repartían las cosas de esos samtó. Así pelearon. El Tofaai mató a su samtó, pero uno de los samtó salió corriendo. Ojcan dijo: “¡Ayúdenme con este samtó!” y de aquel lado vino el Nincajh’ai y dijo: “¿Qué pasa? ¿qué pasó con ese samtó?” El nivaclé ya estaba encima del samtó y le otros le decían “¿Por qué no lo matas de una vez? ¡Levántalo un poco para que lo pueda acuchillar!”, y lo acuchilló. Y ahí vieron ese otro samto que iba corriendo y que entró en el bañado, en aquella zona había muchos riachos y ese no podía correr rápido porque llevaba bombacha y le pesaba. Ahí había un loro que era de los samtó, los tucús que vinieron de General Díaz llegaron y le preguntaron al loro, cuando llegaron le preguntaron al loro “¿Quién mató a tu padre?”, y el loro respondió: “Tofaai. También Rivas, Oscar, Antonaa… ”, decía el loro. Se enojaron mucho con el Tofaai, pero no tenían cómo matarlo y pensaron: “Vamos a invitarlo al cuartel”.
Más o menos tres meses más tarde le llevaron víveres. Había un nivaclé que estaba con ellos y lo mandaron con tabaco y otras cosas para el Tofaai, para invitarlo al cuartel. Tofaai respondió que no iba a ir porque era una trampa y dijo también: “La palabra mala no mata”.
Días después le mandaron nuevamente víveres y cosas en una carreta. Los mató a todos. Le mandaron todas las provisiones que tenían. Eran dos los bolivianos. Llegaron a la aldea y llamaron. Llamaban al Tofaai, decían: “¡Aquí están los samtó que traen muchos víveres!” El Tofaai tomó su garrote y lo colgó en su cintura. “¡Aquí hay víveres!”, gritaban los otros. Y Tofaai respondió: “No los voy a comer, ¿para qué voy a comerlos si no son míos? Tengo mucha comida en el monte”, dijo. Y los mató a los dos. Se enojaron aún más los tucús.
Hubo nivaclé que se asustaron y escaparon hacia distintos lados. El Tofaai dijo: “Yo no me voy a mover de aquí, tengo mucho monte para esconderme”. Desde aquella vez el Vôcôqitajh se vino más hacia esta zona y otros se fueron a Fischat.
 
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