Saravia, Francisco, "Historia de Tofaai y el criollo Delfín". 2009 : Com Indig Uj'e Lhavos - Filadelfia (Boquerón, Paraguay)

 Interview: id 36194
Interviewee(s)
Interviewer(s)
Language spoken
Nivaclé
Date of interview
2009
Unique public identifier
nivacleFS2009b
Orígen del documento
Subject description
Historia de Tofaai y el criollo Delfín
Cita o anotación
El Cacique Tofaai. Saravia, Francisco (1) : "Yo era un niño. Recuerdo que el cacique Tofaai tenía un silbato con tres agujeros. Tenía sus agujeros en las orejas y aros de palo. Embetunaba sus aros con cera. Se los ponía en las orejas y las orejas se estiraban. Los agujeros eran grandes y las orejas podían llegar a los hombros. Sus flechas no las he visto. Pero si ví su garrote. Ese garrote era para pegarle a la gente. Creo que él sólo usaba arco y flecha cuando recorría. El cacique Tofaai. Murió en Utsichat. Había unos brujos que trataron de salvarlo. No sé quien se quedó con sus cosas. Puede que su mujer las haya guardado o, según la costumbre, que las hayan enterrado con él cuando él murió. Los argentinos no podían entrar en la zona de Fischat ¡Cómo mezquinaba el territorio ese viejo! Hasta la que se llama ahora Estancia San Pedro, Remanso, ya es en Argentina, todos esos lugares mezquinaba él."Amistad entre Tofaai y el criollo Delfín. Saravia, Francisco (2) : "Su único amigo era Delfín, un samtó [extranjero]. Andaba con sandalias de cuero. Delfín también hacía de esas sandalias, la suela era de cuero de vaca y los tirantes también. Aquella vez, Defín llegó diciendo – Yo soy el amigo de Tofaai. Preguntó ¿Dónde está el Tofaai? – Anda de recorrida en el campo de Cacique Mojo, le respondieron. En ese tiempo Tofaai ya andaba enfermo.Entonces contó cómo se conocieron. Antes, cuando aún no eran amigos, Delfín andaba persiguiendo y rastreando las huellas de Tofaai. Ahí decidió hacerse unas sandalias igualitas. Hasta que se encontraron. Entonces Tofaai le dijo – Tráeme un animal vacuno para que yo coma, entonces seremos amigos y yo te voy a dar choclo. Y Delfín llevó su carreta. Desde ese momento fueron amigos, decía Delfín, mientras que los otros samtó lo perseguían y lo molestaban. « Nos encontramos muchas veces y sin problemas al otro lado del Bañado » contaba Delfín. Cuando aceptó ser amigo del TofaVoqoqitaj se enfrenta con unos contratistas. Saravia, Francisco (3) : "El Cacique Rivas era muy malo también. Si la gente blanca no cumple lo que dice el cacique, entonces no puede pasar. Había un mayodormo [contratista], un día vino y juntó muchos nivacle y unos lenguaráces. Venía con dos soldados del fortín Horqueta [Argentina]. Querían pasar hasta la laguna del río Pilcomayo porque por ahí se puede cruzar el río. Había un lenguaraz que se llamaba Bonifacio. Los soldados querían llevárselo al fortín, pero los nivacle no querían. Así que salió uno disparado a la casa del Cacique Rivas y le avisaron a toda la gente que había : ¡Ese es tu sobrino!, le dijeron, ¡Se lo están llevando dos soldados! Entonces Rivas preparó su fusil, agarró también su machete, salió afuera y gritó : ¡Sobrino, vente hacia este lado y entra en la casa! Luego se dirigió a los soldados : ¿Quieren morir….? ¿Quieren morir…? ¡Vas a morir soldado! ¡Vayanse de inmediato! Ese Rivas tenía un gran carácter."
Transcription
Yo era un niño. Recuerdo que el cacique Tofaai tenía un silbato con tres agujeros. Tenía sus agujeros en las orejas y aros de palo. Embetunaba sus aros con cera. Se los ponía en las orejas y las orejas se estiraban. Los agujeros eran grandes y las orejas podían llegar a los hombros. Sus flechas no las he visto. Pero si vi su garrote. Ese garrote era para pegarle a la gente. Creo que él sólo usaba arco y flecha cuando recorría. El cacique Tofaai.
Murió en Utsichat. Había unos brujos que trataron de salvarlo. No sé quién se quedó con sus cosas. Puede que su mujer las haya guardado o, según la costumbre, que las hayan enterrado con él cuando él murió. Los argentinos no podían entrar en la zona de Fischat ¡Cómo mezquinaba el territorio ese viejo! Hasta la que se llama ahora Estancia San Pedro, Remanso, ya es en Argentina, todos esos lugares mezquinaban él.Su único amigo era Delfín, un samtó [extranjero]. Andaba con sandalias de cuero. Delfín también hacía de esas sandalias, la suela era de cuero de vaca y los tirantes también. Aquella vez, Defín llegó diciendo: “Yo soy el amigo de Tofaai”. Preguntó:
—¿Dónde está el Tofaai?
—Anda de recorrida en el campo de Cacique Mojo, le respondieron.
En ese tiempo Tofaai ya andaba enfermo.
Entonces contó cómo se conocieron. Antes, cuando aún no eran amigos, Delfín andaba persiguiendo y rastreando las huellas de Tofaai. Ahí decidió hacerse unas sandalias igualitas. Hasta que se encontraron. Entonces Tofaai le dijo: “Tráeme un animal vacuno para que yo coma, entonces seremos amigos y yo te voy a dar choclo”. Y Delfín llevó su carreta. Desde ese momento fueron amigos, decía Delfín, mientras que los otros samtó lo perseguían y lo molestaban. “Nos encontramos muchas veces y sin problemas al otro lado del bañado”, contaba Delfín. Cuando aceptó ser amigo del Tofaai, entonces pudo empezar a venir de este lado del bañado. Lo dejaban pasar. Había dos más que querían pasar también de este lado. Pero Tofaai dijo que no. Dijo Tofaai: “¡No pueden pasar!” No los dejaba venir de este lado. Antes no había fronteras, solamente el bañado. De este lado tenían los nivaclé sus chacras. “¿Qué le vamos a hacer? No hay permiso…”, decían y se dieron la vuelta esos dos.
El Cacique Rivas era muy malo también. Si la gente blanca no cumple lo que dice el cacique, entonces no puede pasar. Había un mayordomo [contratista], un día vino y juntó muchos nivaclé y unos lenguaraces. Venía con dos soldados del Fortín Horqueta [Argentina]. Querían pasar hasta la laguna del río Pilcomayo porque por ahí se puede cruzar el río. Había un lenguaraz que se llamaba Bonifacio. Los soldados querían llevárselo al fortín, pero los nivaclé no querían. Así que salió uno disparado a la casa del Cacique Rivas y le avisaron a toda la gente que había: “¡Ese es tu sobrino!”, le dijeron. “¡Se lo están llevando dos soldados!” Entonces Rivas preparó su fusil, agarró también su machete, salió afuera y gritó: “¡Sobrino, vente hacia este lado y entra en la casa!” Luego se dirigió a los soldados: “¿Quieren morir…? ¿Quieren morir…? ¡Vas a morir soldado! ¡Vayanse de inmediato!” Ese Rivas tenía un gran carácter.
 
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