González, Juan Leguan, "Historia del Sargento Tarija (ii)". 2008 : Com Indig Fischat Mision San Leonardo (Boquerón, Paraguay)

 Interview: id 36192
Language spoken
Nivaclé
Date of interview
2008
Unique public identifier
nivacleL2008a
Orígen del documento
Subject description
Historia del Sargento Tarija (ii)
Resumé of interview
nivacleL2008a - Sargento Tarija. Fragmento de la historia del Sargento Tarija. Se relata la secuencia mediante la cual Tarija desencadena la guerra entre bolivianos y paraguayos. Véase Historia del Sargento Tarija.
Cita o anotación
Los paraguayos descubren los cadáveres de sus compañeros. González, Juan Leguan (1) : "Cuando mataron a esos paraguayos, sus compañeros que estaban más cerca de Asunción [aguas abajo] ya supieron. Estaban preocupados porque sus compañeros no habían vuelto aún. Los paraguayos decían ¿Por qué las canoas vienen vacías? Y se fueron a mirar. Uno cortó un palo largo, se metió en el agua y pudo agarrar la canoa. Miró dentro… ¿Qué pasa? ¡Parece que estan muertos! gritó. El río corría hacia los paraguayos, así que agarraron las canoas y las llevaron a la orilla. ¡Nuestros compañeros estan muertos! gritaban. Sacaron los cuerpos de las canoas. No sabían todavía lo que ocurría. Los paraguayos todavía no entendían. Entonces los paraguayos se preguntaron : ¿Qué pasó? ¿Quién los mató? ¿De dónde salió esta gente que los mató? No sabían si eran los argentinos o algún samtó u otro paisano… puede tambien que fueran los nivaclé, o los yilhais [enlhet] o los tôvôlhai [macá]… Así que el jefe de los soldados les dijo : ¡AveriguTarija dejó que los paraguayos mataran a los soldados bolivianos y se volvió al fortín. González, Juan Leguan (2) : "Mientras tanto Tarija también se devolvió. En aquel tiempo había muchos tucús [bolivianos]. El estaba enojado con los tucús. El sabía quiénes eran los que habían matado a sus padres. Eran cinco. Y pensaba « ¡A ellos los voy a mandar al frente! » Tarija preparó sus mulas y se fue a avisarle al Mayor. El Mayor le dijo : ¡Está bien Tarija, todo bien, anda nomás! y le dió muchas balas. Era una fila larga de mulas y tomaron el camino hacia Asunción [aguas abajo]. Se iban por donde antes iba el río. Hasta llegar. Llegaron de nochecita y ataron sus mulas. Eran varios los soldados de Tarija. Mientras los paraguayos ya estaban ahí cerca. Tenían una cosa que ellos usaban, como si fuera una luz muy grande. Escucharon que estaban hablando y dijo uno – ¡Escuchen! ¡Parece que son samtó! y se fueron a espiar ahí desde donde se escuchaban las conversaciones. Se asomaron a un campo abierto y ahi estaban sen
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Cuando mataron a esos paraguayos, sus compañeros que estaban más cerca de Asunción [aguas abajo] ya supieron. Estaban preocupados porque sus compañeros no habían vuelto aún. Los paraguayos decían ¿Por qué las canoas vienen vacías? Y se fueron a mirar. Uno cortó un palo largo, se metió en el agua y pudo agarrar la canoa. Miró dentro… ¿Qué pasa? ¡Parece que están muertos! gritó. El río corría hacia los paraguayos, así que agarraron las canoas y las llevaron a la orilla. ¡Nuestros compañeros están muertos! gritaban. Sacaron los cuerpos de las canoas. No sabían todavía lo que ocurría. Los paraguayos todavía no entendían.
Entonces los paraguayos se preguntaron: ¿Qué pasó? ¿Quién los mató? ¿De dónde salió esta gente que los mató? No sabían si eran los argentinos o algún samtó u otro paisano… puede también que fueran los nivaclé, o los yilhais [enlhet] o los tôvôlhai [macá]… Así que el jefe de los soldados les dijo: ¡Averigüen quién fue! Aquí los vamos a esperar. Pasen del otro lado, lleven sus armas y estén atentos. Seguro que van a volver. Sigan sus huellas. Si la huella es de zapatón es soldado, pero si es huella de pie descalzo ¡Entonces es un nivaclé!
Salieron entre diez los paraguayos. Se fueron por la costa, por en medio del bobal [plantas] y llegaron al lugar desde donde habían disparado. Algunos andaban huelleando y otros vigilaban. El paraguayo decía: “¡Estos no son nivaclé! ¡Miren! ¡Son huellas de zapatón! ¡Fue un samtó!”. Encontraron el lugar desde el que habían disparado, ahí estaban los casquillos. “¡No son indios!”, dijeron los paraguayos cuando vieron las huellas del zapatón. Encontraron ese lugar y las huellas. Estaba escondido en el bobal [plantas]; había también restos de asado. Así que se fueron y se prepararon para volver más tarde.
Mientras tanto Tarija también se devolvió. En aquel tiempo había muchos tucús [bolivianos]. Él estaba enojado con los tucús. Él sabía quiénes eran los que habían matado a sus padres. Eran cinco. Y pensaba: “¡A ellos los voy a mandar al frente!” Tarija preparó sus mulas y se fue a avisarle al Mayor. El Mayor le dijo: “¡Está bien Tarija, todo bien, anda nomás!”, y le dio muchas balas. Era una fila larga de mulas y tomaron el camino hacia Asunción [aguas abajo]. Se iban por donde antes iba el río.
Hasta llegar. Llegaron de nochecita y ataron sus mulas. Eran varios los soldados de Tarija. Mientras los paraguayos ya estaban ahí cerca. Tenían una cosa que ellos usaban, como si fuera una luz muy grande. Escucharon que estaban hablando y dijo uno: “¡Escuchen! ¡Parece que son samtó!”, y se fueron a espiar ahí desde donde se escuchaban las conversaciones. Se asomaron a un campo abierto y ahí estaban sentados fumando los bolivianos. También masticaban coca, como es la costumbre de los tucús. “Bolivia”, dijeron los paraguayos, “Bolivia. Son collas”.
Sargento Tarija pensaba: “¡Si yo me agrandaba ya los mataba a todos! Yo vi a esos paraguayos cuando venían caminando agachados, pero si les disparaba, seguro que ellos me mataban también. Yo quiero que mueran los cinco que mataron a mis padres ¡A esos voy a mandar al frente!”. Tarija había dicho a esos cinco soldados que se fueran por ahí, hacia la costa del río. Ahí mismo donde los estaban esperando los paraguayos. Llegaron a la costa y se acercaron al río, ahí donde toman agua las vacas. Ahí estaban cuando los paraguayos les dispararon. Los paraguayos mataron a esos bolivianos, les dispararon ¡pum! ¡pum! ¡pum! Los otros bolivianos se levantaron asustados y corrieron. Los paraguayos prendieron esa luz grande que tenían y que usaban para la guerra. “¡Ahí están!”, gritó uno. Trataron de pelear esos soldados, pero ya no había caso, los mataron a todos. Mientras tanto, Tarija agarraba su mula y se iba de vuelta al fortín boliviano. Iba pensando: “¡Mataron a todos esos tucús! ¡A todos! ¡Por fin! ¡Al fin han muerto los que mataron a mis padres!”. Y entonces Tarija volvió al fortín.
 
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