Lescano, Mauricio, "Historia del Cacique Mojo". 2008 : Misión San José de Estero (1924)

 Interview: id 36166
Interviewee(s)
Language spoken
Nivaclé
Date of interview
2008
Unique public identifier
nivacleML2008a
Orígen del documento
Subject description
Historia del Cacique Mojo
Transcription
Mi abuelo Mojo me contó esta historia. Él vivía en Patsechat, cerca de lo que ahora dicen San Fernando [La Verde]. En ese tiempo ellos peleaban con los ju’utchinjhas [pilagá]. Mientras ellos habían ido a vigilar, los ju’utchinjhas se llevaron a la madre de mi abuelo Mojo. Se la llevaron los ju’utchinjhas. Siempre aparecían por ahí por Remanso, antes se decía Vanâ’âc. Así que mi abuelo se vino más hacia esta zona. Mi madre era una niña. Tiempo después volvió la mujer, ya traía un hijo grande. Ese era Mojo. Era hijo de pilagá. Mi abuela fue cautiva de los ju’utchinjhas hasta que Tofaai hizo un intercambio y entregó prisioneras pilagá. Ahí volvió. Así me contó. De grande mi abuelo se vino a Fischat y luego aquí a Esteros. Mi madre era joven cuando los tucús los atacaron. Había un campo grande y a un lado había un monte donde solían esconderse los nivaclé. Ya estaban por aquí los elé. Sabían que, en Esteros, allá, había una misión. Pero no la conocían. Había una misión antigua allá en Esteros. Los bolivianos querían matar sólo a los hombres. Las mujeres no. Entre tanto la misión se mudó hacia este lado, cerca de la nueva, por una inundación. Entonces la misión se mudó hacia acá. Yo tengo una foto de los nivaclé que trabajaron en eso, me la dio el padre Junker. Y limpiaron esta zona, Jo’ot se llamaba. Entonces empezó la guerra, cuando Tarija se fue hacia Paraguay. Y los elé se juntaron ahí en la misión. Mi padre era un niño huérfano. Mi tío Âmpava Lhtâsjheyá [Tanuuj], lo había mandado a la misión. Se lo entregó a un elé y estaba también Alberto Santa Cruz, él entró en la escuela. Mi padre no andaba con el padre Sheaffer. Entonces el misionero Nâmq’e Lhtsevtei [“sin dientes”] se iba al monte a juntar nivaclé. Una vez, habían matado a unas nivacchéi, mientras iban a buscar algarrobo. Así que Nâmq’e Lhtsevtei se iba a buscar mujeres y las traía adentro de la misión, había una aldea dentro, todo cercado ¡Había una aldea grande!
Luego mandaron a los bolivianos a la guerra. Hacía aquel lado había una pista de aviación de los tucús. Ahí solían traer a los heridos. Cuando se acercaron los paraguayos, empezaron a correr. Ahí se fueron Eye’é y San Martín con ellos. Se fueron porque conocían todos los lugares, Toyish, Clayâich’e Lhavâ’aj, Votsopi… todos, hacia la zona de Linares. Se iban por la costa del río. San Martín se estaba acercando hacia Linares. Vió un alambre y lo cortó. Era de teléfono. Con esa línea se comunicaban durante la guerra, él la cortó. Los tucús intentaban llamar, pero el hilo estaba cortado. Y los paraguayos ya estaban rodeando. Después volvieron los soldados tucús.
Cerca de Araujo [estancia], había nivaclé también. Los tucús decían, ¡Estamos de vuelta! Los nivaclé dijeron, ¡Vamos a darles de comer una oveja a esos tucús! ¡Así podemos matarlos, porque lo que le pasó a nuestra gente es un dolor! Y les dieron una oveja. Eran diez. Había dos nivaclé por cada soldado. Cuando terminaron de comer, esos soldados dijeron: “Vamos hacia Argentina”. Entonces el Cacique Sánchez gritó la señal para atacar. Él tenía el poder del tigre. Era el padre de Simón. Garrotearon en la cabeza a cada soldado, los mataron a todos. Al llegar de vuelta, los misioneros habían preparado una misa, pero los nivaclé eran demasiado asesinos y no entraron. Pero desde lejos escuchaban ¡Ahí van esos brujos de nuevo a alzar su ostia para que vengan los espíritus! No conocían, decían “brujos”. Algunos nivaclé guiaron a los paraguayos porque ya estaban enojados con los bolivianos. Los nivaclé les dijeron: “Les vamos a ayudar, nosotros conocemos sus lugares, se los vamos a mostrar”. Los tucús le habían dicho a los nivaclé: “¡Cuidado, esos colorados no los van a dejar vivos!” Los nivaclé pensaban que se trataba de colorados de verdad, gente roja. Pensaban que esos samtó era gente de color rojo. Había sido que ya existían los colorados. Los bolivianos solían decir: “Nosotros vamos a la guerra contra los paraguayos patapila”. A mi abuelo no le gustaba eso.
“¡Como quiero matar a estos bolivianos!”, decía mi abuelo
 
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