Saravia, Francisco, "Asalto al rancho de unos criollos y posterior venganza sobre los nivaclé". 2009 : Com Indig Uj'e Lhavos - Filadelfia (Boquerón, Paraguay)

 Interview: id 36159
Interviewee(s)
Interviewer(s)
Language spoken
Nivaclé
Date of interview
2009
Unique public identifier
nivacleFS2009a
Orígen del documento
Subject description
Asalto al rancho de unos criollos y posterior venganza sobre los nivaclé
Transcription
Yo escuché esto. El Cacique Tofaai los asesinó. Él cuidaba la zona de Laguna Blanca. Él los mató. En ese lugar corría el bañado del río Pilcomayo. Yo escuché esto de mi abuela. Esto me contaba mi abuela. Hicieron esas canoas para hacer su venganza, porque habían matado a dos nivaclé cerca del Fortín Esteros. A esos dos nivaclé los mataron cuando se iban mudando a otro lugar. Habían tenido que cruzar por donde unos estancieros que cuidaban sus animales.
Cuando terminaron sus canoas, Tofaai les dijo:
—¡Señores, mañana saldremos! ¡Las canoas ya están terminadas!
—¡Bueno! respondieron los otros.
Eran 10 o 15 nivaclé que se iban con él. El sol estaba a esta altura. Ese señor [estanciero] sabía que los nivaclé se vengarían y cuando los vio llegar pensó que moriría de inmediato. Pero no fue así. A la mañana siguiente se levantaron los nivaclé. Había dos casas en ese lugar y cada nivaclé identificó a su samtó [criollo]. Estaban esperando para atropellar, hasta que ese samtó Santiago alzó su cinto con el revólver arriba de un árbol. Uno silbó. ¡Ahora es el momento! y cada quien garroteó a su samtó en la cabeza. Pero ese Santiago, parece que era muy fuerte. Peleaba con uno de los nivaclé y los otros le decían “¡Métele el cuchillo nomás!” Como a medio metro estaba de alcanzar su cinto cuando lo lograron acuchillar. Lo acuchilló el anciano… no recuerdo su nombre… y al otro le pegaron en su brazo. Los mataron a todos.
Pero había uno del personal que salió corriendo y llegó hasta la canoa. Uno sólo alcanzó a salvarse. Llegó a un pueblito y le contó a la otra gente, les contó a los argentinos, les dijo: “¡Los nivaclé mataron toda nuestra gente! ¡Los mataron como venganza por esos dos nivaclé que murieron!” Así fue. Mientras lo nivaclé se repartían los víveres de esos samtó. Esa gente vivía en medio del bañado, pero los nivaclé usaron canoas. Así decían.
Esto fue malo para los nivaclé. Cuando más tarde los nivaclé se fueron al ingenio [San Martín Tabacal], los militares ya estaban esperando en el campo para su venganza. En Campo Quemado los esperaban, en Argentina. Los nivaclé no pensaron en eso. Aquella vez vino a buscarlos el contratista [de los ingenios]. “Amigos”, decía. Y los nivaclé se fueron ocho meses a trabajar en el ingenio. Allá en el ingenio San Martín [Salta]. Ahí había mucha gente. Trabajaban mucho y después de ocho meses ya tenían que volver. Traían mucha ropa, pantalones… plata.
Cuando llegaron a Toba Quemado, ahí tenían unas vacas listas para faenar. Las tenían como para racionar. Le dijeron a los nivaclé: “¡Quédense primero a comer un asado! ¡Después siguen su camino!” Pero los militares ya los iban rodeando, estaban escondidos en el chañaral. Un nivaclé pensó ¡Parece que nos van a matar! y se fue a traer su camisa. Tenía dos camisetas puestas, su falda también y un short debajo de la falda. Un militar le dijo – ¿Y usted a dónde va? – A buscar leña, le respondió. Y había otros que también querían escapar. Los militares tenían caballos y dijeron ¡Primero le disparamos a éstos y después perseguimos a los otros! Empezaron a dispararles. Lo de la carne era pura trampa. Les dispararon. Cuando empezaron los disparos, un nivaclé corrió hacia el monte, que no estaba tan lejos. Los samtó lo persiguieron, le disparaban, pero el nivaclé ya se perdió en el monte. Lo alcanzaron a herir, pero no era grave. ¡Toda la noche estuvo caminando! Cuando amanecía, él iba llegando al bañado, entró en el río y en la orilla se escondió. En la mañanita llegaron los militares y vieron las huellas, ¡Éste tiene que ser un indio! ¡Seguramente está por acá! Ahí estaba escondido el nivaclé, pero no lo vieron. Estaba debajo de un tronco caído. Había también esos Cabra Yuyo [planta] en el lugar, eso lo protegía. – Vámonos, dijeron los militares, ya se habrá ido lejos, dijeron. El nivaclé esperaba en silencio.
Esto fue culpa de ese Santiago. Porque habían matado a Santiago, entonces se vengaron y mataron muchos nivaclé, demasiados. Tres veces hicieron esto a los nivaclé. Hasta que se dieron cuenta. El nivaclé pasó del otro lado del bañado. Los militares pasaron detrás de él. Llegó a otro brazo del río, era profundo, había un remolino. Se metió en un bobal [plantas] y no pudieron verlo. Entonces cruzó hasta este lado. Así ocurrió. Creo que es el único de esos nivaclé que sobrevivió. Es el padre de Acavay. Ese Acavay de Esteros. Éste era su padre.
Tres veces hicieron esto, casi nos mataron a todos, pero igual los nivaclé se iban otra vez [al ingenio]. A los Ju’uchinjhas [pilagá] también los mataron una vez. Pero a nosotros, tres. Así fue. Es por eso que ahora le pagan a los Ju’uchinjhas, para compensarlos por aquella masacre. Creo que fue en Laguna Yema, ahí solían tomar el tren esos pilagá de Las Lomitas. Ahora el gobierno cumple con eso, le paga a los pilagá por sus muertos. ¿Y qué pasa con nosotros? Creo que nunca nos van a pagar.
 
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