Transcription
Allá en Ftsuuc mataron a su padre, Tarija era un niño. Le dispararon a su padre y se llevaron al niño Tarija a caballo. Los bolivianos mataron a su padre, eso fue al principio. Se llevaron al niño Tarija hasta la “casa grande” [fortín]. Ahí lo criaron. Dos años después, ya lo usaban para los mandados. Cuando creció y ya era jovencito, entró en el cuartel como soldado. Los bolivianos se lo llevaron y ahí le enseñaron.
Ahí había un militar que se llamaba Santa Cruz [padre de Alberto Santa Cruz]. Éste le dijo: “Cuando seas más grande yo te voy a mandar para que pelees con los paraguayos. Ahí vas a poder vengarte, porque te dejaron huérfano”. Cuando Tarija creció, ya sabía muchas cosas y pensaba. Un día lloró. Lloraba por su padre. Un boliviano le preguntó:” ¿por qué lloras? ¡No estés triste!” Él lloraba porque se acordaba de su padre. Él tenía siempre eso adentro. Aun cuando grande. Y pensaba: “Ya me voy a vengar de los tucús… ”. “Cuando sea un jefe, los llevaré hacia Paraguay para que los maten”.
Y así empezó. Los llevó… los llevó… Llevaba esos tucús donde los paraguayos y al volver decía: “Soy el único sobreviviente, todos mis soldados murieron”. Tarija se había puesto de acuerdo con el teniente paraguayo. Tarija nunca decía lo que pensaba. Alguien le preguntó: “¿Por qué lloras? ¿Por quién lloras? ¿O es sólo que tienes hambre? ¿Tienes hambre?”, preguntaba. Pero él lloraba por su padre. El boliviano decía: “¡No llores por tu padre!” Entonces lo mandaron llamar. Lo mandó llamar Santa Cruz para que hablaran a solas. “Cálmate, le dijo, algún día podrás hacer tu venganza, podrás pelear con los paraguayos”. “Me dio mucha pena cuando mataron a tu padre”. Esto fue lo que le dijo Santa Cruz.
Desde ese entonces Tarija se fue a pelear. Pasaba por aquí cuando se iba a Oftsejheshiy [Muñoz] y les decía a los jóvenes nivaclé que estaban en el cuartel, a ese Shivâtenajh: “Váyanse, ¡váyanse que va a haber una guerra! ¡Abandonen a los tucús!”, le decía a los nivaclé. Y después se fue a hablar con su jefe. Le dijo: “Voy a hacer una recorrida”. Y se llevó diez soldados hacia aquel lado, hacia el fortín paraguayo. Al llegar mataron a los paraguayos. Un sólo paraguayo dejaron vivo, para que contara.
Luego se fue donde los aviones. Llegó ahí donde los aviones dejaban sus cosas y ya se escuchaban los bombardeos. Había un suboficial que estaba ahí y que contaba: con su avión recorría la zona y había bombardeado una aldea. Alcanzó a una anciana nivaclé, pero sobrevivió. Aquí hirieron a la anciana. Ese “tucús tâfaai” (avión boliviano) lanzó una bomba para matar a todos los nivaclé, pero ellos se habían escondido. El avión volvió a Oftsejheshiy (Muñoz), porque en aquella zona era la guerra. Pero muy pronto los bolivianos empezaron a retroceder. Dejaron muchas cosas, víveres, vacas… Los paraguayos estaban cerca y vigilaban, y después se iban a Asunción para avisar. Sonaba el teléfono, sonaba, pero nadie contestaba porque ya no había nadie más. Por esa razón empezó la guerra. Tarija le dijo a los nivaclé: “¡Vayánse de vuelta!” Él no quería que siguieran junto a los tucús. “¡Váyanse y llévense todas estas cosas que dejaron!”, les dijo. y se fueron hasta ese fortín abandonado.
En el camino había unos cuervos comiendo el cadáver de un paraguayo. Tarija volvió hacia Oftsejheshiy (Muñoz) y de nuevo se fue a pelear. Por eso hubo guerra, porque un soldado paraguayo vio esos cuervos y esos muertos. Entonces Tarija volvió a Oftsejheshiy y dijo,” está todo bien”. Y así lo dejaron salir de nuevo. Llevó a diez tucús, les quitó las armas y dejó que los mataran. Le quitó las armas a propósito a sus compañeros. Volvía y llevaba otra vez un grupo ahí mismo. Entonces ya empezó una guerra grande. Se iban contra los paraguayos muchos camiones, aviones… pero ya los estaban esperando. Los paraguayos lanzaban bombas y les disparaban a los aviones.
En esa época yo era un niño y escuchaba los ruidos. Por eso yo sé esa historia y ahora último, de viejo, me acuerdo más. Yo conozco esa historia, yo lo vi cuando niño. Así seguía, los tucús seguían peleando. Se escuchaban mucho ruidos de disparos. Allá a lo lejos se escuchaban. Hacia Boquerón y después hacia Guachalla.
Tarija nunca contaba, nunca decía lo que iba a hacer, no decía que peleaba. Solía hablar con los nivaclé. Él hablaba nuestro idioma y el de los tucús también. Después abandonó a los tucús y fue nombrado presidente. Tarija era un jefe. Pero igual mataba a los tucús, porque no eran verdaderamente sus amigos. Él se fue hacia otro país, hacia La Paz [¿misión La Paz, Argentina?]. Tarija no hablaba con Tofaai, porque se lo habían llevado de muy niño. En cuartel también estaban Tinit, Ocojh y el padre de Tavtsenjha… Tacjhâtin, que era el hermano de Tarija.